Mientras Trump se reúne cara a cara con Xi, aquí hay un vistazo retrospectivo a algunos de los momentos incómodos que el presidente de Estados Unidos ha tenido con otros líderes mundiales.
En febrero, el presidente francés Emmanuel Macron –frente a las cámaras– tomó a Trump del brazo y lo interrumpió mientras hablaba. Luego, Macron intentó corregir al presidente de Estados Unidos en un punto sobre la financiación de Ucrania en su guerra con Rusia, y destacó que Moscú –no Kiev– era el agresor.
Ese mismo mes, durante una reunión en la Casa Blanca con el primer ministro británico Keir Starmer, Trump pareció desconocer el importante pacto militar entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. Cuando un periodista le preguntó directamente sobre AUKUS, Trump respondió: “¿Qué significa eso?”.
Esa misma semana se produjo el extraordinario choque en la Oficina Oval con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Trump y su vicepresidente, JD Vance, acusaron repetidamente a Zelensky de ser “irrespetuoso” e insuficientemente agradecido por el apoyo de Estados Unidos. Zelensky denunció algunas de las afirmaciones falsas de Trump y se enojó cuando Vance dijo que era hora de tratar diplomáticamente con Moscú. A medida que la animosidad se intensificaba, los hombres hablaban a menudo entre sí y alzaban la voz.
En mayo, Trump enfrentó a su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, con acusaciones infundadas de genocidio. Bajó las luces e hizo que Ramaphosa viera un vídeo que pretendía respaldar sus falsas afirmaciones sobre el asesinato en masa de afrikaners, la minoría étnica blanca que gobernó Sudáfrica durante el apartheid, autorizado por el Estado. Trump también acusó a Ramaphosa de quitarles las tierras de los agricultores blancos, a lo que el líder sudafricano respondió: “No lo hemos hecho”.
Donald Trump con Anthony Albanese en la Casa Blanca.Crédito: AP
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Anthony Albanese disfrutó de un encuentro mucho más cordial con Trump –quien prodigó elogios al primer ministro y a Australia– en su tan esperada primera cumbre en la Casa Blanca la semana pasada. Aun así, todavía hubo ese momento incómodo en el que Trump reprendió al embajador australiano Kevin Rudd, sentado al otro lado de la mesa, por viejos y despectivos comentarios sobre el presidente de Estados Unidos.
Y esta misma semana, la reunión de Trump en Tokio con el nuevo primer ministro de Japón, Sanae Takaichi, fue vista como un verdadero amor. Takaichi logró el tipo de golpe diplomático que otras naciones han eludido: obtener adulación en lugar de desprecio y humillación, aunque sí tenía la ventaja de jugar en casa.