
Una carta de 1925 a su esposo, el futuro rey George VI, dijo: “¡La vista del vino simplemente me convierte! ¡No es extraordinario! Será una tragedia si nunca recupere mis poderes de bebida”.
El libro no presenta ninguna afirmación de que la fallecida reina sufriera de alguna condición.
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Secrest, quien recibió una medalla por su trabajo en 2006 por George W. Bush, el ex presidente de los Estados Unidos, analizó la vida de Margaret y la comparó con casos típicos de síndrome de alcohol fetal.
Ahora 95, el biógrafo señala que los niños con el síndrome generalmente pueden comportarse mal y tener dificultades para regular su comportamiento y emociones.
La biografía establece que la familia de Margaret y sus enfermeras la encontraron “traviesa” y “traviesa y provocativa”, en un momento hundiendo un bote durante una lección de remo al quitar el enchufe en el casco.
Margaret asiste a Wimbledon en 1965.Crédito: Keystone-France/Gamma-Rapho a través de Getty Images
También fue impulsiva y “desdibraría la verdad”, se afirma, como puede ser común entre aquellos con síndrome de alcohol fetal. La princesa sufrió un colapso nervioso en 1974.
Su vida privada posterior también levantaría las cejas. Su matrimonio con Lord Snowden terminó en divorcio después de que ambos socios tuvieron asuntos extramatrimoniales.
El libro establece que los pacientes a menudo han atrofiado el crecimiento y señala que Margaret pareció dejar de crecer cuando alcanzó los cinco pies.
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Además, se afirma que tenía una mala conciencia del peligro físico, otro efecto, citando su aparente indiferencia de prender fuego al cabello durante una reunión familiar.
Secrest ha citado el trabajo del Dr. Kenneth Jones, un experto líder en síndrome de alcohol fetal, que primero identificó adecuadamente el problema en 1973. En el libro, escribe que Jones “tenía muchos comportamientos y características físicas en común con otros niños afligidos”.

La princesa Margaret (izquierda) y la princesa Elizabeth con su padre rey Jorge VI a bordo del HMS Vanguard en 1947.Crédito: AP
No hay evidencia firme de que Margaret haya sufrido un trastorno de desarrollo neurodesarrollo relacionado con el alcohol, y la nueva biografía se ha escrito comparando la vida de Margaret, como atestiguada en fuentes escritas preexistentes, con aquellos que han sufrido la condición.